martes, 18 de septiembre de 2007

Composición

La composición nos ayuda a expresar lo que deseamos y que produzcamos en la mente del observador el efecto que nosotros buscamos. Mediante la ordenación de los diferentes elementos en la imagen hacemos que la atención se centre primero en unos elementos y luego en otros.
La composición de una fotografía es, en cierto modo, un arte... y como tal no existen reglas ni limitaciones que hagan que una determinada composición sea mejor que otra; no obstante, basándose en los elementos comunes conocidos respecto al modo en que los seres humanos percibimos y subjetivizamos las imágenes se han documentado una serie de guías que todo fotógrafo debería conocer y tener en cuenta para mejorar la transmisión de los elementos objetivos y subjetivos del tema y motivo de la imagen al espectador.

Elementos y herramientas básicas de la composición

El ser humano cuando percibe una imagen suele hacerlo de una determinada forma y en un determinado orden; además, existen ciertos aspectos en una imagen que ayudan a captar en general la atención del cerebro y que suelen evocar ciertas sensaciones o sentimientos.
Cuando se compone una fotografía que pretenda ser algo más que una instantánea de un hecho, es decir, cuando se pretenden transmitir sensaciones o resaltar ciertos mensajes con una fotografía es preciso conocer cómo funcionan estos mecanismos de la percepción del ser humano de cara a aplicar las técnicas oportunas para transmitir lo que deseamos. En cierto modo, se puede decir que la composición es como un lenguaje subliminal para transmitir sentimientos a través de las imágenes.
Algunos elementos con los que se puede jugar en la composición son:
* La atracción de la atención hacia el centro de interés, el motivo de la imagen.
* La textura y sensaciones de tacto que puede evocar la imagen.
* La forma y el volumen de los objetos, así como la sensación de profundidad de éstos en la escena.
* El contraste como elemento de atracción y resalte: contraste en el tono, el tema, los motivos,...
* La fuerza del color o su ausencia.
Para trabajar estos elementos, para moldear y transmitir mensajes en este lenguaje visual, el fotógrafo tiene a su disposición múltiples herramientas:
* Encuadre del motivo y su entorno
* Colocación de los objetos dentro del encuadre
* Enfoque total o selectivo
* Perspectiva y ángulo de la toma
* Iluminación de la escena
Encuadre
El encuadre es aquello que el fotógrafo sitúa dentro de la fotografía, la porción de escena que elige captar. Ante un mismo motivo cada fotógrafo puede elegir hacer una fotografía diferente captando unos u otros elementos.
En esta selección de lo que sitúa dentro de la fotografía y cómo se hace, aunque ninguna es norma estricta, existen algunas directrices que se pueden tener en cuenta, a saber:
En toda escena suele existir un motivo (aquello que deseamos destacar, el centro de interés) y fondo (aquello que rodea, decora y/o da sentido al motivo). Para resaltar el motivo el fotógrafo debe llenar el encuadre con él, esto es, hacer que ése sea el objeto principal en la escena; de este modo excluiremos del encuadre otros objetos que puedan distraer la atención del espectador sobre el que el fotógrafo ha seleccionado.
A pesar de lo dicho en el punto anterior, es importante en el encuadre dejar un cierto margen alrededor del motivo para no atosigar la imagen. Este margen actuará como marco del motivo y, por tanto, deberá ser normalmente además igual por todos los lados de la fotografía.
La línea del horizonte suele ser una referencia visual clave para el ser humano. Normalmente ésta debe mantenerse recta, horizontal. La percepción de una línea del horizonte inclinada suele llamar la atención y, si no está justificada, da al espectador la sensación de que los objetos se vayan a caer hacia ese lado, lo cual no suele producir buenas sensaciones.
Otro factor comunicativo importante en fotografía es la elección del formato del encuadre. La mayoría de los elementos fotosensibles (películas o sensores de imagen) tienen un formato rectangular y habrá por tanto la posibilidad de elegir un encuadre horizontal, vertical o inclinado: cada uno de ellos transmite sensaciones diferentes y tiene su campo de aplicabilidad:
El encuadre horizontal sugiere quietud, tranquilidad y suele utilizarse normalmente para paisajes y para retratos de grupo.
El encuadre vertical sugiere fuerza, firmeza y es el más apropiado normalmente para retratos (entre otras cosas porque los seres humanos somos más altos que anchos).
El encuadre inclinado transmite dinamismo y fuerza y suele utilizarse como recurso ocasional para resaltar estas cualidades en el motivo de la fotografía.
Colocación de los objetos dentro del encuadre
Es importante repetir otra vez que no existen reglas rígidas respecto a la composición y mucho menos con respecto a dónde deben colocarse los objetos dentro del encuadre, no obstante, es importante que el fotógrafo conozca algunos recursos cuya eficacia está demostrada y que pueden ser de utilidad para resaltar el motivo o transmitir distintas sensaciones.
En las culturas occidentales, derivado de los sistemas de escritura, las personas acostumbramos a mirar de arriba a abajo y de izquierda a derecha (en las culturas árabes y orientales dependerá igualmente de su sistema de escritura). Además, la mirada no se mueve normalmente de forma uniforme sino que se suele detener en ciertos puntos equiespaciados al mismo tiempo que avanza en el recorrido que esté siguiendo. En estos puntos es donde se concentra por defecto el interés del espectador y es donde debemos colocar el motivo que deseemos resaltar en nuestras fotografías. De esta forma nace la llamada
regla de los tercios, que nos indica que si dividimos imaginariamente la imagen en nueve cuadrículas iguales, sus puntos de intersección son los que mayor atención recibirán del espectador (y en el orden antes indicado).
Debido a esto podrá deducirse igualmente que el motivo no debe ir centrado en el encuadre sino que es preferible desplazarlo ligeramente a la izquierda ya que así se obtienen imágenes menos simplistas, más atractivas y que ayudan al ojo a recorrer los puntos de atención.
Por otro lado el fotógrafo debe tener presentes las líneas dominantes de la composición que está realizando y utilizarlas para dirigir la atención del espectador, no desviarla. Se puede hallar una línea casi en cualquier cosa. Una de las normas más populares de la composición se basa en la repetición de las líneas y objetos, especialmente cuando el tema es una estructura. Las líneas pueden ser, horizontales, verticales, curvas u oblicuas. Las diagonales y líneas en "S" son mucho más interesante que las líneas paralelas, se utilizan para imprimir un cierto movimiento a las fotos.
El caso más básico de línea dominante es la de horizonte. La línea de horizonte actúa de referente para el espectador y es conveniente colocarla recta (no inclinada) y no en el centro vertical de la imagen sino a dos tercios (por arriba o por abajo) ya que si se coloca la línea del horizonte al centro se obtendrá una imagen descriptiva, inexpresiva; mientras que al bajarla o subirla estamos primando el cielo, el mar o la tierra como fondo (o incluso motivo) de la imagen.
Otro caso típico son las líneas diagonales que a menudo se forman en las fotografías: pe. una barandilla de un paseo, una acera, un camino... todos estos elementos forman líneas dominantes en la fotografía y pueden, por tanto, ser usados para conducir la atención. Un recurso habitual es colocar estas líneas en las diagonales de la fotografía haciéndolas coincidir con una o más eesquinas de la misma: así el ojo recorrerá esas líneas desde las esquinas a los centros de interés ayudando a dirigir hacia ellos la atención del espectador.
Al cortar las líneas dominantes con uno de los lados de la fotografía ésta parece interrumpirse bruscamente, mientras que al llevar una línea a una esquina da la sensación de continuidad.
Finalmente, es importante resaltar dos casos especiales de líneas dominantes: la mirada y el movimiento.
La mirada de un ser humano traza una línea dominante imaginaria en la foto de gran fuerza expresiva que debe ser respetada y resaltada por el fotógrafo. Cuando la persona retratada está mirando hacia algo debe abrirse el encuadre situando a la persona a un lado y dejando un espacio libre delante de ella para ser ocupado por su mirada.
Una persona u objeto en movimiento también describe una línea dominante imaginaria que es su trayectoria y que también puede tener gran fuerza expresiva. Cuando el motivo esté entrando en la escena es conveniente abrir el encuadre nuevamente y dejarle un espacio libre delante para que sea ocupado por su trayectoria y resaltar el efecto de movimiento.
Enfoque total o selectivo
El enfoque es otro de los elementos fundamentales para dirigir la atención del espectador y resaltar los motivos de nuestras composiciones.
El anillo de enfoque de la
cámara fotográfica nos permite enfocar a distintas distancias y controlando la apertura del diafragma y el tiempo de exposición del obturador podemos conseguir mayor o menor profundidad de campo en la imagen y también enfoques selectivos.
El primer gran recurso artístico del enfoque selectivo es claro: resaltar el elemento enfocado (el motivo) frente a todo lo demás que está desenfocado (fondo). Este recurso es muy poderoso a la hora de fijar el centro de interés de la fotografía y todo buen fotógrafo hace uso profuso de él.
El enfoque selectivo no deja de ser una aplicación de una reducida
profundidad de campo. En fotografía de paisajes, en general, es preferible una gran profundidad de campo para abarcar todos los detalles con nitidez en todas las zonas de la fotografía. No obstante, para el retrato, la fotografía del detalle y muchas otras ocasiones suele ser preferible una profundidad de campo limitada para que sólo aquello que interesa al fotógrafo aparezca nítido.
Perspectiva y ángulo de la toma
El ser humano, por su propia constitución física, está acostumbrado a ver las cosas desde aproximadamente 1,60 m. de altura y de frente. Las imágenes así se captan de forma clara y descriptiva, si bien no aportan ninguna originalidad.
La variación del punto de vista aporta perspectivas diferentes con elementos inesperados que a menudo captan más la atención. Es por esto que existen infinidad de recursos fotográficos en este sentido siendo la directriz general el que el fotógrafo debe estudiar el motivo y la escena buscando puntos de vista innovadores y/o más atractivos para el espectador.
Teniendo en cuenta esta premisa general existen ciertas técnicas ampliamente utilizadas entre los fotógrafos:
El picado consiste en fotografiar un motivo desde arriba hacia abajo y ayuda a resaltar lo pequeño de ciertos objetos ya que proporciona un punto de vista de superioridad. Al mismo tiempo es contraproducente en general su uso en fotografía de personas (especialmente niños) o animales precisamente porque ayuda a verlos como inferiores, les resta importancia y, además, si se fotografía de cerca puede deformar las proporciones de la cabeza con respecto al cuerpo.
El contrapicado es la perspectiva contraria al picado, es decir, consiste en fotografiar un motivo desde abajo hacia arriba y ayuda a resaltar la grandiosidad de un elemento. Se suele utilizar para fotografiar edificios o monumento y también deforma la perspectiva acentuándose este efecto cuanto más cerca se esté del motivo.
La toma a rás consiste en sacar la fotografía a rás de suelo o del objeto y ayuda a sorprender al espectador con imágenes que un ser humano no acostumbra a ver ya que no se suele colocar en ese nivel de visión. Esta ángulo se suele utilizar para fotografiar motivos pequeños en su entorno natural a los que no prestamos habitualmente mucha atención.
Iluminación y color. Forma y volumen
El control de la luz y el color por parte del fotógrafo es otra herramienta poderosa a la hora de transmitir sensaciones que van más allá de la percepción visual y para dirigir la atención. Véase el artículo
iluminación en fotografía para mayor detalle.
Así, por ejemplo, para resaltar el motivo es conveniente buscar un contraste de tono y/o color entre el motivo y el fondo. También es conveniente simplificar la composición, buscar fondos uniformes y pocos colores muy marcados en la foto; evitar los fondos llenos de detalles que puedan distraer la atención. En general es más impactante una fotografía con pocos elementos y pocos colores muy contrastados que una fotografía con muchos elementos en los que ninguno resalta especialmente sobre el resto.
Una opción vistosa para resaltar algunos motivos puede ser la de utilizar un marco natural que lo rodee como fondo (pe. un pórtico, el marco de una ventana, arreglos vegetales,...) y cuando se fotografía a objetos de tamaños usuales, para evitar que sobre el papel ya no parezcan tan impresionantes, se suele colocar en el encuadre algún objeto de un tamaño conocido para el espectador que le permita a éste establecer una comparación de volúmenes.
Del mismo modo, los distintos tipos de luz solar pueden producir distintos tipos de sombras y matices afectando a la percepción de las texturas y los volúmenes:
La luz del mediodía es una luz dura, intensa y que elimina las sombras, lo cual afecta negativamente a la percepción del volumen y los matices de la superficie de los objetos. En general no suele ser buena para la fotografía.
La luz de la mañana ilumina con tonos frescos apastelados y difumina normalmente los detalles lejanos.
La luz del atardecer ilumina lateralmente y con tonos dorados y cálidos produciendo sombras ténues y sutiles que resaltan la textura de los objetos y su volumen.
Según las estaciones la luz también es ligeramente diferente y ello también afecta a estos parámetros, y, por supuesto, el tiempo metereológico también es crucial en este aspecto. Lo importante es que el fotógrafo sea consciente de la iluminación de que dispone en cada momento y su efecto sobre la fotografía de modo que pueda intentar contrarrestarlo (pe. con iluminación artificial, con un filtro, ...) o simplemente cambiar de lugar o de punto de vista para realizar la toma en mejores condiciones.
El color también es importante ya que puede ser utilizado como otro recurso expresivo más. La saturación de color evoca intensidad y los tonos suaves tranquilidad. La cantidad de colores y su gama afecta también a la percepción del espectador y a las sensaciones que en él se pueden evocar.
Finalmente, la fotografía en blanco y negro es también muy impactante y ayuda a resaltar mejor los contrastes y las variaciones tonales (por ejemplo de la piel). Además ayuda a que el color no distraiga de otros recursos expresivos (como la forma, la textura, la expresión de una cara) que el fotógrafo desee primar.

Directrices específicas para retratos

El retrato es uno de los grandes géneros de la fotografía ya que toma al propio ser humano y su complejidad como centro y motivo de la fotografía. Las capacidades expresivas de este género son inmensas, si bien es preciso que el fotógrafo sea capaz de transmitir las cualidades que desea resaltar utilizando apropiadamente todos los elementos a su disposición.
Desde el punto de vista de la composición existen múltiples directrices comunmente aceptadas:
En general, no se debe cortar una foto de una persona por las articulaciones, ya que esto puede dar la sensación de que esa persona tiene un miembro amputado.
Del mismo modo, tampoco debe cortarse un retrato por la barbilla. Si se va a llenar encuadre con la cara de una persona es preferible cortar por la frente o por la frente y la barbilla al mismo tiempo.
Debe evitarse un primer plano frontal desde cerca ya que se deformarán las proporciones faciales de la persona retratada.
Debe evitarse cortar las manos o los pies de las personas retratadas ya que son elementos expresivos muy fuertes en el ser humano.
Como se indicaba antes, para fotografiar a niños no deben hacerse picados, es mejor bajar a la altura de sus ojos ya que así obtendremos imágenes más realistas y proporcionales.
El movimiento
El movimiento es uno de los principales motores de expresividad en la fotografía ya que los seres y objetos fotografiados a menudo están en movimiento mientras que la fotografía es eminentemente una intantánea congelada en la que nada se mueve.
La expresión del movimiento se consigue fundamentalmente actuando sobre el
obturador y el diafragma y combinando estos elementos con otros como el enfoque selectivo.
Los dos efectos más habituales con respecto al movimiento son:
Congelación de movimiento, es decir, conseguir que una imagen de alto dinamismo en pleno movimiento aparezca como congelada en medio de ese movimiento de modo que proporcione al espectador la visión de un instante que normalmente el ser humano no capta de forma separada y estática. Ejemplos típicos de este efecto puede ser una fotografía de las gotas de un arroyo cayendo o un patinador en el aire en medio de un salto, etc.
Desplazamiento del motivo, es decir, ajustar un
tiempo de exposición suficientemente lento en la cámara como para que el movimiento del motivo a fotografiar, que está en movimiento, aparezca desplazado (movido) dentro de una foto en la que todo lo demás aparece nítidamente (no movido). Del mismo modo también se puede conseguir (con un barrido fotográfico perpendicular al motivo) captar una instantánea en la que el motivo permanezca nítido mientras que todo lo demás en la foto aparezca movido. Este efecto resalta de un modo espectacular el movimiento de los objetos y puede ayudar incluso a captar la atención hacia el motivo si bien su consecución requiere muchas veces de habilidad con los controles de la cámara y seguramente con un trípode.


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